Toda persona...

Toda persona…

 La migración está ligada a un conjunto de distintos fenómenos, entre ellos, los problemas económicos, la pobreza, el incremento de las desigualdades, la violencia y el deseo de una vida con mejores condiciones.

México se ha convertido, además de en un país de emigrantes, en uno de acogida, en muchos casos temporal, pues la mayoría de quienes acceden al  territorio mexicano lo hacen como paso para llegar a  los Estados Unidos. 

 La meta de una realidad próspera no siempre se consigue tras cruzar la frontera internacional. La migración dentro de territorio nacional es la historia del ejercicio del derecho individual de las personas en torno a la búsqueda de oportunidades en otro país, sin embargo, es al mismo tiempo una larga cadena de abusos y violaciones a los derechos humanos.

 El viaje en cualquiera de sus etapas, salida, itinerario o llegada, condensa un aspecto fuerte de la experiencia migratoria, el de la pérdida, el de la búsqueda, itinerario trazado o errante, lo que le atribuye a la migración geográfica una dimensión de orden existencial.

 El trayecto geográfico con sus distintos momentos es correlativo al viaje de la vida y los estadios del ser. Ese valor simbólico que se le atribuye al viaje, de búsqueda de la verdad y de la paz dista mucho de la experiencia épica real del migrante. Una experiencia compleja e intensa de trance con el espacio, ya sea el que abandona, el que recorre, el que ansía o al que finalmente llega. El viaje migratorio no es sólo espacial, es también transito existencial, mutación provocada por las nuevas confrontaciones envolviendo la totalidad del sujeto, de ahí su homología con la simbólica de la existencia como viaje.

 Esta propuesta  explota  el imaginario colectivo sedimentado en el tópico del viaje para referir lo que significa la experiencia de una migración llena de obstáculos, de  travesías y cambios. El muro, las púas, el mapa, es la representación alegórica del viaje, cargado en mayor o menor medida, de sentidos míticos, épicos, históricos, como también oníricos, imaginarios o irracionales, es la metáfora de la mutación que condiciona la experiencia.

 La realidad es tan brutal que no hay realismo iconográfico que la exprese, sólo una cierta figuración alusiva puede comunicar lo irrepresentable del extravío individual y social. Sin embargo para expresar el afán de fuga, el vehículo de refugio que posibilita el viaje debe invadir la escena pictórica como si fuera la de su imaginario atormentado. 

Toda persona…

Toda persona… suma desde varios ángulos, una propuesta del viaje migratorio desde las limitaciones físicas con las que se enfrentan, las leyes migratorias que acogen y desabrigan al migrante entre su entramado obtuso, inspirada en la obra ¿Buena Suerte? de Jaume Plensa sobre los derechos humanos y finalmente en la transmutación de Toda persona

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